jueves, 14 de enero de 2010

Se difuminan tus ojos clavados en mi piel y cada vez me cuesta más sentirte suspirar, a pesar de que cuando el tacto se hace dueño de los recuerdos es más dificil dejarlos ir.
Hace falta corage para suplantar tus besos, pero a oscuras los labios se confunden. Por eso esta noche surcaré otra vez las sábanas de ese hotel embriagada de vino. Tú vestirás otro cuerpo, pero me regalarás las mismas manos aferradas a mi cadera.
No gritaré tu nombre por miedo a despertarte, pero oye como el sudor que me cubre te llama.

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