Despertar con el sonido del mar. La habitación está blanca.
Te observo dormir... y despiertas, me miras y remoloneas.
Salgo fuera, el aire es cálido y húmedo, y ante mí está él, inmenso, bravo... Océano Pacífico.
Atrás queda ahora el tequila, las verdes montañas y el dulce acento mexicano.
Desde aquí no escucho el mar, el aire es seco, y no te observo despertar.
Aquí empieza un nuevo camino, en el mismo lugar de siempre, con la misma gente... pero con distintos ojos.
He vuelto
(y ya cuento los días para volver a verte amanecer)