martes, 4 de enero de 2011

desmontar el silencio

Hay épocas atroces en que faltan fuerzas, que suelen coincidir con las del silencio, y cuando extiendes una mano suplicante se queda helada porque solo recibes el contacto del aire, y date por contenta, que lo sientes porque estás viva.
Tu entorno retuerce el gesto, levantan una ceja, a ti no hay quien te entienda, ni tú...
Y los más generosos se complican con filosofía de postal y enrevesada.
Oigan, que es mas sencillo que eso, que a veces solo se trata de una mano al hombro no prolongada, de un guiño discreto, o simplemente, de que alguien te caliente los pies.


(gracias a ti porque sin querer hoy me tendiste una mano para que saliera esto)

No hay comentarios: